23 octubre 2022
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Al principio era leche toda leche,
pero la cosa vino a complicarse.
En el génesis todo era normal:
una vaca, botella blanca, y ya.
En los inicios, grávido cristal,
después se empaquetó debidamente,
fue lo común el Brik y el Tetrapak.
Pero la cosa vino a enmarañarse:
aquello de la grasa no era bueno.
Quitar nata a la leche era tendencia,
entonces, semi o desnatada toca.
Si le rebajas nata, menos molla,
y más pasta, por ende, sin mermar,
en los bolsillos del tendero fausto.
Porque, curiosamente, más es menos,
cuando a menos producto, más ganancia.
Así empezó, sin ton ni son, lo “sin”
Sin nata, sin lactosa, sin canela,
sin soja, isoflavonas, ni mantecas.
Simpares, sin azúcares sintéticos,
sin pepitas, sin Juanas, sin Ramonas
sin pelos en la lengua; así se vende.
Depende de lo “sin” la sinrazón.
Ayer compré la leche ¡y fue la leche!,
el brik rezaba sin rubor, a pelo,
“producto cien por cien sin”, sí que lo era:
un litro de aire sin añadiduras.
Un paquete en oferta, mire usted,
por poco más de lo que cuesta entera.
El envase decía en el reverso
“Podría contener trazas de leche”
©Salvador Gregorio
Córdoba 25/06/2022