Los eslabones se perdieron.
Estaban ciegos
y alguien torcía los renglones
por los que habían de encontrarse.
Fuera se cuece algo.
Oigo la tormenta allí, al otro lado.
Bajé las persianas
y encajé las puertas y ventanas.
De uno en uno os escucharía,
pero no vengáis con la furia del tiempo
¿Asustarme los truenos?
No
El rayo es más rápido y ya cayó
Trona ahora lo que murió;
lo que fue luz un segundo
y en su lentitud, después,
sonido que pronto se apaga
en el interior de mi casa.
Aprecio al ruido en su estertor.
Es el cielo eléctrico
un alboroto mediático.
Las nubes adoran a su condición
de hijas únicas;
nada podrá preñarlas
con simientes frescas,
siempre serán yermas.
Nadie convence a nadie
sobre sus ideas enfrentadas
No te escucho, cara de cartucho
Atravesaré las entrañas
por un túnel oscuro.
Prefiero dormir mientras ocurre.
Es verdad: no veré el brillo del cielo,
pero tampoco el de las espadas.